Otohematoma.
Heridas del pabellón auricular.
Perforaciones del lóbulo de la oreja.
Quemaduras del pabellón auricular.
Congelación del pabellón auricular.
Fractura hueso timpánico.  
 
 
 
   El relieve que hace el PA y su ausencia de protección hacen que esté expuesto a traumatismos que pueden ser desde la simple contusión, hasta la amputación completa. La etiología es diversa pudiendo producirse por agentes mecánicos, químicos o físicos.
 
 
     OTOHEMATOMA (hematoma auris).
   El hematoma del PA está constituido por una colección de sangre o serosanguínea, producida postcontusión, que queda acumulada entre el pericondrio y el cartílago y se localiza en la cara externa de la oreja. Por su situación se le conoce también como hematoma subpericóndrico.
   Un grado menor es el hematoma subcutáneo acumulado entre piel y pericondrio.
   
   Etiología.
   Está producido por contusiones o aplastamientos del PA contra el cráneo, especialmente golpes tangenciales en el transcurso de deportes, actos de violencia, determinadas profesiones, etc., que no llegan a desgarrar la piel. Pequeños golpes repetitivos sobre una misma zona del POA también puede producirlos.
   Se producen con relativa frecuencia por la situación anatómica de la oreja, expuesta a golpes que la presionan sobre la dureza del cráneo, y por su rica vascularización.
   Después de un primer hematoma, un trauma de menor intensidad provoca su repetición.
       
   Fisiopatología.
   Recién producido está constituido por sangre líquida, coágulos y suero. Dejado a su evolución espontánea, al pasar los días, el suero toma aspecto sanguinolento y los coágulos se organizan, originando engrosamiento y deformidades cicatriciales del PA más o menos evidentes.
   En los traumatismos muy fuertes puede destruirse cartílago con la consiguiente deformidad y degeneración, fusionándose a los planos vecinos.
 
   Clínica.
   Tras un traumatismo, que algunas veces puede ser poco importante, aparece una tumefacción de consistencia blanda, con piel brillante, distendida, fondo rojo-azulado-violáceo, localizada generalmente en los dos tercios superiores de la cara externa del PA, que contrasta con la normalidad de la concha y el lóbulo. En algunos casos la lesión puede ser muy extensa, haciendo desaparecer el contorno normal del pabellón.
   Si se forma lentamente, puede ser indoloro, pero si es consecuencia de un golpe importante, se desarrolla rápidamente y suele ser doloroso.
 
   Diagnóstico.
Diferencial: con celulitis, pericondritis y policondritis recidivante.
 
   Complicaciones.
   Pericondritis: es la inflamación del pericondrio que se puede sospechar por el aspecto de la lesión, forma una bolsa abcesificada y dolorosa de pus. Su prevención aconseja realizar los drenajes hemáticos con buena asepsia y administrar profilaxis antibiótica.
   Oreja en coliflor u oreja de luchador: si el hematoma no es evacuado, se hace duro, tiende a organizarse, el cartílago se reabsorbe y puede dejar como secuela esta deformidad del PA. Puede ser reparada por el cirujano plástico, afinando el cartílago engrosado y colocando un injerto de piel.
 
   Tratamiento.
   No hay un consenso sobre lo que se debe de hacer en estos casos y se han propuesto diferentes actitudes ante los mismos: aspiración, incisión simple y evacuación, incisión anterior, fenestración del cartílago y evacuación, incisión posterior.
   La experiencia nos aconseja que los otohematomas deben de ser evacuados precozmente. Si son grandes la evacuación se realiza, previa anestesia local y en condiciones de escrupulosa asepsia, a través de una incisión que siga el contorno del hélix a medio centímetro por dentro de su cara externa, o bien en la zona más declive del otohematoma. La incisión ha de ser tan grande como sea necesaria para evacuar totalmente el otohematoma, se aspira la sangre, se extraen los coágulos y los trozos de cartílago fragmentados si los hubiese.
   Tras un lavado se sutura. También se puede dejar un drenaje de Penrose o una gasa mechada impregnada en antibióticos. A continuación se aplica un vendaje compresivo que evite su recurrencia, si bien a este respecto se han propuesto diferentes métodos: lazo sobre apósito, diversos lazos sobre apósito, entablillado de silicona, apósito de algodón y yeso, drenaje pasivo, drenaje de aspiración continuada, etc.
   Los hematomas medianos puedan tratarse con punción-aspiración y compresión, si bien las punciones no suelen ser útiles y resultan insuficientes por su tendencia a la recidiva. Se ha de tener cuidado de que la aguja no penetre en el cartílago. Este método puede dar resultado en algunos casos, pero es probable que haya una recrudescencia teniendo que repetirla, o incluso finalmente, recurrir al drenaje.
   Hacer siempre profilaxis antibiótica de pseudomona con quinolonas.
   En conclusión: se han propuesto diversas intervenciones que son efectivas en cuanto a la extracción de hematomas y prevención de su recurrencia, dando lugar a un buen resultado estético, pero no hay pruebas de que una intervención sea mejor que otra o si se necesitan intervenciones postdrenaje, como el vendaje a presión, lazos a través de la compresión o la aplicación de moldes de silicona.
 
 
   HERIDAS DE PABELLÓN AURICULAR.
   Las heridas y laceraciones del PA se diferencian, en base a su tratamiento, en lesiones con pérdida y sin pérdida de sustancia.
   Se producen lo más frecuente en accidentes de tráfico, también en deportes violentos, accidentes de trabajo y mordeduras humanas o de animales.
 
   Heridas sin pérdida de sustancia.
   El grado de lesión puede ser muy diverso: simples lesiones de la piel (erosiones), heridas limpias incisas, más o menos penetrantes, sólo de partes blanda o además con afectación del esqueleto cartilaginoso, heridas contusas, aplastamientos, separaciones más o menos totales del lóbulo. Son muy frecuentes los desgarros del lóbulo producidos por pendientes.
 
   Complicaciones.
   Pericondritis: el cartílago puede contaminarse cuando se queda expuesto o dañado. Las consecuencias son deformidades cicatriciales con achicamiento de la oreja. Siempre se ha de preservar al máximo el pericondrio para evitar la posible necrosis del cartílago.
   Queloides: pueden formarse en el lóbulo.
 
    Tratamiento.
   Desinfección y limpieza cuidadosa mediante irrigación con un antiséptico y H²O², controlando que no queden cuerpos extraños. Se ha de hacer un mínimo desbridamiento del tejido necrótico (piel y cartílago) si es necesario, es decir, como cualquier otra herida. Evaluación del tipo y gravedad de las lesiones.
   Tratamiento quirúrgico siempre con criterio conservador. Infiltración previa de los surcos aurículo-cefálicos anterior y posterior, luego infiltración de los bordes de la herida con anestésico local+vasoconstrictor (bupivacaina al 1/100 y adrenalina 1/200.000 + 1 m.q. de bicarbonato sódico). Sólo si se observan zonas isquémicas, puede ser prudente prescindir del vasoconstrictor.
   Se puede realizar siempre sutura directa sin necesidad de realizar exéresis de los bordes, pues el riesgo de necrosis, incluso en heridas muy importantes, es bajo, dada la rica vascularización del PA. Sutura cuidadosa de los planos cutáneos anterior y posterior, procurando que cartílago y pericondrio queden bien cubiertos. Seda de 000 y retirada de puntos al 6º-7º día. En los niños se utiliza material más fino. Solo en los casos en que puedan predecirse posibles deformidades se aconseja la sutura del plano perincóndrico-cartilaginoso con material reabsorbible superfino (0000000) de polyglactin.
   Profilaxis antitetánica (mordeduras) y antibiótica (quinolonas). Vendaje compresivo para evitar hematoma.
 
    Especial cuidado con heridas que afectan al meato ya que pueden complicarse con estenosis cicatricial, siempre temible. Para su prevención, tras la reconstrucción, se deja un taponamiento dentro del CAE y se vigila la herida. Al cicatrizar se pueden formar bandas fibrosas en profundidad que han de ser extirpadas en un segundo tiempo quirúrgico, ya que pueden ser origen de bolsas epiteliales colesteatomatosas.
   En las abrasiones amplias se recomienda luego cubrir la zona con gasa impregnada en antibiótico tópico durante 24 horas. Luego se han de tratar como heridas abiertas que son, manteniéndolas con un ungüento antibiótico que cubra pseudomonas. La repitelización debe estar completa en unos 10 días.
 
   Heridas con pérdida de sustancia.
   Las heridas del PA con pérdida de sustancia pueden ser tratadas por el O.R.L., o bien ser remitidas al cirujano plástico cuando es previsible una importante reconstrucción. Esta puede ser una auténtico reto, al tratarse de un órgano simétrico con importantes relieves cartilaginosos, muy adheridos a la piel y difíciles de reproducir.
   El fragmento amputado debe de ser transportado con hielo y no debe exceder de dos horas el tiempo transcurrido para intentar la reimplantación si se quiere tener una garantía de éxito.
 
   Tratamiento.
   Existen múltiples técnicas de reconstrucción pudiendo ser necesaria la aplicación de colgajos e injertos.
   En abrasiones importantes con gran exposición de cartílago al exterior, puede ser útil sepultar la oreja debajo de la piel postauricular para reconstruirla después.
   Lóbulo de la oreja: la exéresis total o parcial puede ser tratada mediante plastias de tejidos subauriculares avanzadas.
   Borde del hélix: defectos en los bordes menores de 1 cm., se realiza incisión en cuña y avance con sutura directa. Cuando la pérdida es mayor de 1 cm., incisión en cuña con dos triángulos de descarga a nivel del ángulo de la cuña. Esta misma técnica puede exigir un injerto compuesto extraído de la otra oreja, quedando ambas reducidas de tamaño.
   Las pérdidas mayores de sustancia condrocutánea, de la concha, del tercio superior o del tercio inferior, exigen de colgajos por parte del cirujano plástico y técnicas de reconstrucción similares a las utilizadas en las aplasias. La porción del PA amputada, si es posible, se ha de conservar para aprovechar el cartílago en la futura reconstrucción con injertos.