• Clases de ruidos.
  • Valoración higiénica del ruido continúo.
  • Criterios de valoración de ruido continuo.
  • Recomendaciones ISO.
  • Criterio TLV para el ruido.
  • Sonómetros.
  • Dosímetros.

                                                                      

   CLASES DE RUIDOS.

   El término ruido expresa una sensación subjetiva auditiva, originada por un movimiento vibratorio propagada a través de medios sólidos, líquidos o gaseosos, con una velocidad diferente según el medio empleado en su propagación. Psicológicamente se entiende por ruido una sensación auditiva desagradable, por lo que esta definición totalmente personal explica las diferencias de conceptos para tratar de definir el ruido, que son variables según el sujeto que las perciba. Independientemente y además de este concepto, para determinar las diferencias entre sonido y ruido, entra en juego la intensidad, ya que puede calificarse a un mismo sonido de ruido cuando la intensidad de aquél es muy grande, dando lugar a una sensación desagradable y molesta que es conceptuada de ruidosa.

   La OMS y la Organización Internacional del Trabajo definen el ruido como un sonido desagradable y molesto, con niveles excesivamente altos que son potencialmente nocivos para la función auditiva.

   El ruido, por lo tanto, representa uno de los factores físicos más desagradables en el que se encuentra sumergida la humanidad, siendo capaz de provocar un desequilibrio en el psiquismo y en la fisiología de las personas, bien sea considerado desde el punto de vista industrial o laboral, bien desde cualquier otro de la vida diaria.

   Por estas razones, en el estado actual de nuestros conocimientos, el poder separar o delimitar  los ruidos de los sonidos es un problema casi imposible por el carácter eminentemente subjetivo de la calificación del ruido.

    La tarea encomendada a expertos mediante encuestas e interrogatorios en ambientes diversos para valorar la emoción subjetiva causada por el ruido, da unos resultados independientes de ciertas causas que influyen en el resultado obtenido y que varían según la persona examinada. Así se han valorado los siguientes factores:

       Presencia de disonancia.

       La impresión subjetiva de la altura del tono.

       Irregularidad de sonidos intermitentes.

       Elevación de la intensidad del ruido sobre el nivel del sonido general.

       Los cambios temporales del sonido, las modulaciones.

       La duración y las repeticiones del ruido durante el día.

       La actitud personal en relación con la fuente del ruido.

       La clase de actividad que desarrolla la persona que escucha el ruido.

                                                

    Weener establece una clasificación de los diversos tipos de ruido, haciendo intervenir el factor intensidad, el tono y la duración en la siguiente forma:

       Ruido intenso y único: detonaciones y explosiones.

       Ruido suave y persistente que puede ser continuo, rítmico o arrítmico.

       Ruido intenso y permanente que puede ser igualmente continuo, rítmico o arrítmico.

                            

   Estos ruidos se pueden encontrar incluidos en la gama de los audibles correspondiendo a unas frecuencias que oscilan entre los 64 y 18.000 Hz, existiendo, tanto por debajo de los 64 Hz como por encima de los 18.000 Hz sonidos denominados infrasonidos y ultrasonidos respectivamente, que participan en los ruidos y que, aunque no son audibles, son capaces de afectar nocivamente al organismo y especialmente a la cóclea.

   De una forma natural el ambiente presenta numerosos ruidos procedentes de la voz humana y fenómenos naturales. Por otra parte, el hombre en el desarrollo de su vida se sirve de multitud de medios que conllevan la producción de ruido. Los ruidos producidos por máquinas se han agrupado por Chocholle en los siguientes tipos de ruidos industriales:

                                                  

   -    Impacto o choques. Se producen por golpe seco y aislado de un objeto contra otro, así son ejemplos de este tipo los golpes de pistón o martillo, etc.

   -    Fricciones. Se originan cuando dos partes de una pieza rozan una contra otra, dando lugar a un ruido por la suma de las partes microscópicas que rozan entre sí, y que da una especie de ruido continuo, cesando cuando vuelven a quedar en equilibrio, después de haber vibrado.

   -    Martillamiento. Son al igual que los del grupo de impactos, golpes que se suceden de una forma rápida y continua dando lugar a un ruido aparentemente continuo como ocurre por ejemplo en los motores de explosión, etc.

   -    Escapes. La expansión brusca de un gas o líquido encerrado a presión, produce un ruido por la reunión de choques de grupos de partículas de unas contra otras, o por desplazamiento rápido de partículas líquidas o gaseosas a través de un medio líquido o gaseoso inmóvil o viceversa. Entre estos ruidos tenemos los de los motores a reacción, proyectiles o cohetes, los ruidos de bisel, etc.

   -    Vibraciones libres. A consecuencia del desplazamiento de un cuerpo de su posición de equilibrio, o de una pieza, se origina una vibración con frecuencia propia del cuerpo o pieza y por lo mismo da lugar a ruido.

   -    Vibraciones forzadas. Pueden aparecer este tipo de vibraciones bajo la influencia de fuerzas periódicas externa, entre las cuales tenemos fuerzas mecánicas, paradas electromagnéticas, etc.

   -    Resonancias. Si la frecuencia propia está de acuerdo con la frecuencia impuesta, habrá resonancia y por lo mismo será origen de un ruido importante.

   -    Ruidos mixtos. En general, el ruido que produce una máquina no es otra cosa que la suma de ruidos parciales de los mecanismos que constituyen la misma, y así tenemos a la vez los ruidos de engranajes, escobillas eléctricas, frotamientos, choques, vibraciones, resonancias, desajustes, etc.

                                     

   Atendiendo a su distribución temporal, los ruidos se han clasificado de la siguiente forma:

   -    Ruido continuo o estable: cuando su nivel de presión sonora es relativamente uniforme, con muy pocos cambios (± 2 dB) durante un período de tiempo dado.

   -    Ruido continuo fluctuante: cuando se producen variaciones apreciables del nivel de presión sonora considerando períodos de tiempo relativamente cortos.

   -    Ruido intermitente: Cuando se presentan niveles significativos de presión sonora en períodos no mayores de 15 minutos y con variaciones de ± 3 dB. Puede ser I) intermitente fijo o II) intermitente variable. La exposición intermitente es menos dañina para el oído que la exposición continua, incluso si los niveles de presión sonora son considerablemente más altos en la exposición intermitente que los de la continua.

   -    Ruido de impacto o impulso: Es aquel de corta duración que presenta pronunciadas fluctuaciones del nivel de presión y que se produce con intervalos, regulares o irregulares, superiores a 1 segundo. Cuando los intervalos son menores de 1 segundo el ruido se considera como continuo.

                                        

                                            

   VALORACION HIGIENICA DEL RUIDO CONTINUO.

   La evaluación del riesgo producido por una exposición al ruido se efectúa tomando como base unos valores de referencia, que establecen unos niveles y tiempos de exposición que aseguran que la mayoría de las personas expuestas durante una larga etapa de su vida a esos niveles y tiempos no sufren efectos adversos. No obstante, conviene analizar lo que estos valores de referencia significan acerca de la protección. Para ello primero presentamos la metodología seguida para el establecimiento de los valores de referencia. En el establecimiento de estos valores de referencia se pueden distinguir tres fases.

    La primera fase debe definir con la máxima precisión posible donde se sitúa la frontera a partir de la cual se considera alterada la salud.

    En la segunda habrá que establecer la relación entre la dosis recibida y la respuesta. Para ello será preciso conocer las características de las exposiciones y las consecuencias provocadas, lo que derivaría en el conocimiento del porcentaje de personas expuestas en las que aparecen alteraciones patológicas en función de las características de la exposición.

    En la tercera fase habrá que decidir el porcentaje de expuestos que se está dispuestos a asumir que sufran alteraciones no deseadas. Es decir, el tanto por ciento de protección. Con el conocimiento de la curva de riesgo-dosis y una vez decidido el porcentaje de riesgo que se va a admitir, quedan determinadas las condiciones para las exposiciones máximas permisibles.

                                               

   Disminución auditiva.

   En el caso de exposiciones laborales, la alteración patológica que se desea proteger es la disminución de la capacidad auditiva que origina dificultades para la comunicación oral en las condiciones de la vida ordinaria.

   La determinación de esta disminución exigiría una audiometría audioverbal técnicamente compleja, lo que la hace prácticamente irrealizable. Por ello se han llevado a cabo estudios para estimar el grado de disminución mediante audiometrías con tonos puros.

   El primer trabajo en este sentido fue debido a Fletcher en 1929, quién planteó la estimación de la capacidad auditiva en función de las pérdidas en los tonos puros en 500, 1000 y 2000 Hz. A partir de este momento, a estas frecuencias se las denominó frecuencias conversacionales.

   Ahora bien, hay que establecer el límite a partir del cual se debe considerar alterada la capacidad de audición social y para ello existen varios criterios de entre los cuales el criterio audiométrico más utilizado es el de la AAOO, American Academy of Ophtalmology and Otolaringology, según el cual se considera disminuida la capacidad para oír la palabra hablada cuando la pérdida media en los umbrales auditivos con tonos puros en las frecuencias 500, 1000 y 2000 superan los 25 dB (referidos a nivel de base audiométrico dado para norma ANSI-53,6-1969).

   Niosh considera que se ha de sacar la media entre las frecuencias 1000, 2000 y 3000, considerando patología cuando esa media supera los 25 dB.

   Hunter saca la media de las frecuencias entre 500 y 6000 Hz debiendo no superar los 48 dB para considerarse normal.

                                                                         

   Concepto de riesgo.

   Una vez establecidas las fronteras permisibles al daño, se precisa conocer la relación entre las características de la exposición y su capacidad de producir disminuciones auditivas. Para ello será preciso, por una parte efectuar audiometría a individuos expuestos al ruido, clasificando los resultados en función del tiempo de exposición, es decir, el nivel de ruido, su distribución espectral y temporal. Por otra parte habrá que realizar audiometrías a individuos no expuestos al ruido, como referencia comparativa.

   De estos datos se obtiene el tanto por ciento de riesgo, calculado por la diferencia entre el porcentaje de personas expuestas al ruido con capacidad auditiva disminuida y el porcentaje de personas con capacidad auditiva disminuida sin exposiciones al ruido. Por lo tanto, el riego expresará el porcentaje de personas que quedarán afectadas teniendo como causa de su hipoacusia únicamente la energía sonora.

   El riesgo de hipoacusia está en función de la dosis de ruido.

   Otra cuestión es tomar la decisión del riesgo que se pretende admitir. Esta es una cuestión que transciende el campo de la técnica, basándose en razones de orden humano, social, económico, tecnológico, político, etc.

   La decisión puede responder a múltiples criterios como ¿dónde está la frontera que se quiere poner al deterioro de la salud?. Para tomar decisiones al respecto, es por tanto necesario conocer la relación dosis - efecto y hay que decidir que tanto por ciento de riesgo es el que se está dispuesto a asumir.

                                             

   Medida de las exposiciones sonoras.

   Con objeto de relacionar las exposiciones con las pérdidas auditivas que éstas ocasionan, en un principio se efectuaba el análisis espectral por bandas de octava. A medida que las investigaciones fueron avanzando, se puso de manifiesto que utilizando solamente los resultados de las bandas de frecuencias altas, éstas presentaban una buena correlación con las pérdidas auditivas. Esto hizo pensar que la medida dB (A) podría simplificar en gran manera estas mediciones. Botsford en 1967 demostró que empleando los dB (A) en lugar de efectuar el análisis de octavas se obtenían valores de riesgo similares en el 80% de los casos, sobreestimado en el 16% de los casos y subestimado en el 4% de los casos, lo que confirmó la posibilidad y conveniencia de la utilizar los dB (A) como unidad de medida para valorar la evolución de las exposiciones al ruido.

   La mayor parte de los países han fijado límites para la exposición a los ruidos ocupacionales. Estos límites protegen a la mayor aparte de los operarios expuestos a niveles elevados de ruido, pero no a todos. La obtención de una protección completa es el objetivo de los programas de conservación de la audición.

   Los programas de conservación del oído emplean pruebas periódicas de audición para identificar a los operarios con mayor sensibilidad a los efectos nocivos inducidos por el ruido. A estos operarios se les puede proporcionar, entonces, protección auditiva adicional, o destinarles a zonas de trabajo menos ruidosas. Los buenos programas de este tipo protegen a los obreros contra las pérdidas de audición por el ruido, y a los empresarios, contra las reclamaciones de indemnización del personal afectado.

                                           

                                                           

  CRITERIOS DE VALORACIÓN DE RUIDO CONTINUO.

   Existen dos teorías respecto a la relación entre causa-efecto. Por una parte, la teoría de la energía equivalente afirma que la variable que determina el grado de trauma sonoro es la cantidad de la energía acústica recibida, independientemente de su distribución en el tiempo.

   Esta teoría es la base para la recomendación ISO (1999) y para las recomendaciones BOHS (British Occupational Bygiene Society Comittee on Hygiene Standards).

    Por otra parte, está otra teoría, denominada teoría del efecto temporal, según la cual el daño producido está relacionado con la reducción temporal de la capacidad auditiva después de una exposición. Se basa en la observación de que las exposiciones al ruido que a la larga producen trauma sonoro también dan lugar a una disminución temporal apreciable de la capacidad auditiva. Esta teoría concluye admitiendo que a igualdad de energía recibida, el ruido intermitente es menos dañino que el ruido continuo.

   Esta teoría es la base para el criterio de evaluación de la ACGIH (Asociación Gubernamental Americana de Higienistas Industriales), donde establecen los valores TLV o Valores Límites Umbrales.

   Para valorar la dosis se han de considerar el nivel sonoro y la distribución espectral.

    La finalidad de los programas de acción contra el ruido industrial y de conservación del oído es proteger a los empelados contra pérdidas permanentes de audición en la gama de frecuencias de la palabra (frecuencias conversacionales), que pueden producirse por exposición a niveles elevados de ruido.

   La exposición a niveles elevados del ruido, incluso durante sólo breves períodos, produce pérdida temporal de la audición. Se puede apreciar esto tras una carrera de coches o a la salida de una discoteca. En estos casos, por fortuna, se produce una rápida recuperación al volver al medio normal. Pero cuando la exposición es durante todos los días de trabajo, durante años, el empleado termina experimentando una pérdida permanente de audición. Como la pérdida se desarrolla en un largo período, los ambientes ruidosos se consideran riesgos contra la salud en vez de riesgos contra la seguridad.

                               

                                                 

   RECOMENDACIONES ISO: 1999.

   La Organización Internacional para la Estandarización o ISO (International Organization for Standardization), nace después de la Segunda Guerra Mundial y fue creada el 23 de febrero de 1947. Es el organismo encargado de promover el desarrollo de normas internacionales de fabricación, comercio y comunicación para todas las ramas industriales, a excepción de la eléctrica y la electrónica. Su función principal es la de buscar la estandarización de normas de productos y seguridad para las empresas u organizaciones a nivel internacional.

    Las normas sobre exposición al ruido en el trabajo no son uniformes en el mundo y, en algún caso, ni si quiera en todos los puntos de un mismo país. Muchos empresarios, por otro lado, aplican voluntariamente criterios más estrictos que los legalmente obligatorios para proteger mejor a los obreros y reducir el riesgo de reclamaciones por pérdida de audición.

    El criterio de valoración para la conservación del oído y de la exposición al ruido ocupacional más usado internacionalmente es la recomendación ISO R 1999. Los criterios para ruidos de régimen permanente son aplicables a los obreros expuestos durante toda la jornada de trabajo a los mismos niveles en dB (A). En general, se trata de obreros que trabajan en puntos fijos de zonas en las que las máquinas funcionan de forma continua y producen un nivel de ruido razonablemente constante.

                                                               

   Extracto del proyecto de recomendaciones ISO: estimación de la exposición al ruido durante el trabajo, con fines de conservación y protección de la audición.

   Esta recomendación ISO se publica en 1975.

   Esta recomendación ISO indica una relación práctica entre la exposición al ruido en el curso del ejercicio de una profesión, expresada en función del nivel sonoro ponderado en la escala A, llamada normalmente db (A), y la duración de la exposición durante una semana de trabajo normal, supuesta de cuarenta horas de duración, y el tanto por ciento de obreros para los que se puede esperar que presenten un aumento del umbral de audición de 25 dB o más, siendo este umbral una media calculada para las tres frecuencias 500, 1000 y 2000 Hz, siendo este aumento achacable exclusivamente a la exposición al ruido.

   Prescribe un nivel de exposición continua máximo de 90 dB(A) en el medio de trabajo. Para niveles superiores a los 90 dB (A) se reduce la duración de la exposición. Por debajo de los 90 (dB), regula las exposiciones hasta los 80 dB(A).

   Estas recomendaciones  abarcan todos los tipos de ruidos industriales considerando señales de régimen permanente, las de régimen variante con el tiempo y las de ruido impulsivo.

   No se aplica a los ruidos impulsivos o de impacto, consistentes en impulsos aislados de corta duración o en fenómenos transitorios aislados, como por ejemplo, cañonazos.

   La recomendación se basa en los resultados experimentales de Baughn sobre un colectivo de 6835 personas, sin exclusión de las afectadas por patologías auditiva no laboral y efectuando audiometrías sólo en el oído derecho. La recomendación se limita a exponer los resultados del estudio de Baughn, en los que para cada nivel de ruido y cada tiempo de exposición se da el riesgo de disminución de la capacidad auditiva imputable a la exposición laboral al ruido, pero sin establecer límites para los niveles de presión sonora o e¡ tiempo de exposición, dichos limites deben venir automáticamente definidos por el riesgo que se desea asumir, acerca de cuyo valor más adecuado no se pronuncia la recomendación.

    En los países europeos es habitual reconocer ésta norma como método para calcular el nivel equivalente, fijando un nivel equivalente de 90 o 85 dB (A), según los casos como umbral a partir del cual deben adaptarse medidas de prevención y protección para control de la exposición.

                               

   Términos y definiciones.

  La norma ISO de 1999 utiliza las siguientes definiciones:

    Riesgo. En esta recomendación se define como la diferencia entre el porcentaje de personas con audición afectada en un grupo expuesto al ruido y el porcentaje de personas con audición afectada en otro grupo no expuesto al ruido pero que sea equivalente al expuesto en todos los demás factores.

    Déficit auditivo con respecto a la audición. En esta recomendación se considera que la audición de un sujeto presenta un déficit auditivo si el umbral permanente de audición del sujeto aumenta en 25 dB o más, siendo este umbral la media calculada para las frecuencias de ensayo 500, 1000 y 2000 Hz, con respecto al umbral definido en la recomendación ISO/R389.

   a) Riesgo %: Relación entre el nivel de ruido continuo equivalente durante el trabajo para exposiciones entre 0 y 45 años, y el riesgo de disminución de la capacidad auditiva para la palabra hablada.

   b) % total de disminución: Porcentaje total de personas que sufren disminución de la capacidad auditiva para la palabra hablada en un grupo expuesto. El porcentaje de personas que sufre disminución en un grupo no expuesto es igual al porcentaje en un grupo expuesto a niveles de ruido continuo inferiores a 80 dB(A).

    Riesgo de déficit auditivo con respecto a la conversación. Es el valor particular del riesgo cuando el debilitamiento auditivo en cuestión es el indicado en el párrafo anterior.

    Índice parcial de exposición al ruido. Es el índice determinado por un nivel sonoro y su duración durante una semana de trabajo, es decir, cuarenta horas. Se calcula por la siguiente expresión:

                                        

   Ei = Índice Parcial.

   Ti = Tiempo de exposición semanal en horas.

   Li = Nivel sonoro en dB(A).                                                     

   Los valores que así resultan se exponen en la tabla I al final del capítulo.

    Índice compuesto de exposición al ruido. Es la suma de los índices parciales de exposición al ruido para todos los niveles sonoros, durante una semana de trabajo de 40 horas.

    Nivel sonoro continúo equivalente. Es el nivel sonoro de ruido en dB(A) que si estuviese presente durante toda la semana, daría el mismo índice compuesto de exposición al ruido que el correspondiente a los distintos niveles sonoros medios en una semana en una situación real.  Ver la tabla número II al final del capítulo. Se calcula por la fórmula:

                                     

donde:  Leq  =  Nivel de ruido continuo equivalente en dB (A).

           E¡  =  índice parcial de exposición al ruido.

                                          

   Medida del ruido.

   Los beneficios de la medida del sonido son varios. Por ejemplo, los datos obtenidos de su práctica han sido esenciales para la mejora de la acústica de los edificios y de los altavoces, perfeccionando el placer de la música tanto en las salas de conciertos como en los hogares.

   Las medidas sonoras permiten el análisis preciso y científico de los sonidos molestos, aunque hay que recordar que, por las diferencias fisiológicas y psicológicas entre los individuos, el grado de molestia de una señal dada para una persona concreta no se puede medir científicamente. Pero las medidas nos proporcionan un medio objetivo de comparar los sonidos molestos bajo diferentes condiciones.

   Las medidas sonoras indican cuando un sonido puede causar daños sensoriales, con lo cual se pueden adaptar disposiciones correctoras. Las pruebas auditivas valoran la sensibilidad auditiva de los individuos. Las medidas acústicas son esenciales en todos los programas de protección auditiva.

   Por tanto, la medida y el análisis de los sonidos son una poderosa herramienta de diagnóstico en los programas de reducción de ruido permitiendo mejorar la calidad de vida.

   Para medir el ruido se determinará el nivel sonoro en la posición aproximada del oído del oyente, preferentemente estando éste ausente, durante un tiempo conveniente y se expresará en dB (A).

   Si el valor medio del nivel sonoro, calculado sobre un espacio corto de tiempo, permanece aproximadamente constante durante una semana, o bien si varía de forma regular entre dos niveles netamente definidos, las medidas se podrán hacer con un sonómetro preferentemente aplicando la red de compensación (A) y la respuesta lenta: recomendación CEI 123 o CEI 179.

   En los otros casos se ha de realizar un análisis estadístico del nivel de ruido durante un período de tiempo representativo, mediante un equipo de registro automático con características equivalentes a las del sonómetro del caso anterior.

   En todos los casos los niveles de ruido se agruparán en clases, cada una de las cuales tendrá una extensión de 5 dB. Se registrarán el nivel y la duración total durante una semana para cada clase.

   Se podrán despreciar los ruidos para los cuales el nivel sonoro sea inferior a 80 dB(A), siempre que no haya que añadir correcciones según el capítulo 5 de esta recomendación. Si son precisas las correcciones, este criterio se aplicará al valor corregido.

   La medida del ruido continuo se ha de realizar con sonómetros provistos de ponderación A y respuesta lenta (ver más abajo).

   El ruido se debe de medir en la posición ocupada normalmente por la cabeza del obrero. Se debe tener en cuenta que se trata de una medida de ruido ambiente y que la máquina de cada obrero no suele ser la única fuente de ruido y en algún caso ni siquiera la predominante sino que pueden intervenir otras fuentes sonoras así como las reflexiones o sonidos reverberantes. Por ello, el micrófono debe ser omnidireccional para garantizar que todas las fuentes de ruido intervengan en la medida.

   Al determinar el ruido de una sola máquina se pueden cometer varios errores. En primer lugar si se mide cerda de ella, el NSP puede variar considerablemente con un pequeño cambio de posición. Esto sucede en las distancias menores de una longitud de onda de la frecuencia más baja emitida por la máquina o del doble de la dimensión mayor de la máquina, según cual sea más riguroso. Esta zona se llama campo próximo de la máquina y siempre que sea posible se debe evitar medir en ella.

   Si se mide demasiado lejos de la máquina se pueden producir otros errores. Las reflexiones de paredes u otros objetos pueden ser tan fuertes como la misma señal directa y, entonces, impiden las medidas correctas. Esta zona se llama campo reverberante. Entre los campos próximo y reverberante se encuentra el campo libre, el cual se puede determinar observando que, en él, el nivel leído cae 6 dB al doblar la distancia a la fuente. En esta zona es donde se deben de realizar las medidas. Es muy posible , sin embargo, que las condiciones sean tan reverberantes, o el local tan pequeño, que no exista campo libre.

   Se pueden usar sonómetros de aplicación general. Pero si hay que medir también ruidos impulsivos, o realizar análisis de frecuencia, se necesitan sonómetros más elaborados.

                                                                  

   Cálculo del nivel sonoro continúo equivalente para sonidos no impulsivos.

   Operación 1. Con la tabla I, que se muestra al final de este capítulo, se entra en la primera columna de la tabla, situándose en la duración total de la exposición durante una semana. En la segunda columna se coloca el nivel del valor sonoro. Luego se lee el índice parcial de exposición al ruido en la intersección con el nivel sonoro aproximado.   Si la duración semanal total es inferior a diez minutos, se utilizará el valor mínimo de diez minutos.

   Operación 2. La suma aritmética de los índices parciales de exposición al ruido así obtenida es el índice compuesto de exposición al ruido.

   Operación 3. Se lleva este valor del índice compuesto de exposición al ruido a la tabla II y se lee el nivel sonoro continuo equivalente.

                                                          

   Cálculo del nivel sonoro continuo equivalente para sonidos impulsivos.

   En lo que respecta al ruido impulsivo consistente en una serie de impulsos de ruido de amplitudes sensiblemente iguales, por ejemplo, el ruido que proviene de una operación de martillo o remachado. Se puede tomar como aproximación del índice parcial de exposición al ruido el nivel sonoro medido, sumándole 10 dB (A).

   El resultado de la suma es el índice total, que es una unidad aritmética.

   Mientras no existan resultados de estudios más completos no se puede dar una definición más precisa, como seria de desear.

                                                

   Estimación del riesgo que se corre.

   La tabla III indica, en la línea superior de cada entrada (a), el riego de déficit auditivo con respecto a la conversación hablada, se según se ha definido anteriormente, en función del nivel sonoro equivalente y de los años de exposición durante las horas de trabajo, en la hipótesis de una semana libre al año. En la línea inferior  (b) de cada entrada se indica igualmente el porcentaje total de personas que presentan un déficit auditivo en un grupo expuesto al ruido. Como complemento se incluye el caso de Leq < 80 dB (A), siendo en este caso la línea inferior (b) el porcentaje de personas que tienen un déficit auditivo en el grupo considerado como no expuesto al ruido. Este valor es igual a la diferencia entre las entradas correspondientes  (b) y (a) de la tabla para un grupo cualquiera expuesto al ruido. Los porcentajes se han redondeado por abajo al número entero más próximo.

                            

                                                   

   CRITERIO TLV PARA EL RUIDO.

   Como anteriormente se han indicado la ACGIH toma como base la teoría del efecto temporal y en 1969 da los valores TLV para el ruido, en 1971 se convierte en normal legal en EEUU siendo registrados estos valores TLV en la Federal Register. En esta norma se considera que por cada duplicidad del tiempo de exposición el nivel sonoro debe disminuir 5 dB (A).

   Los TLV se refieren a niveles de presión sonora y tiempos de exposición que representan condiciones a las se puede estar expuesto repetidamente sin producir efectos adversos sobre la capacidad de oír y comprender una conversación normal. Estos límites han sido establecidos para evitar que las pérdidas audiométricas sean superiores a 25 dB como promedio en las frecuencias 500, 1000 y 2000 Hz. Estos valores deben de ser usados como guías para el control de exposiciones al ruido y no pueden ser considerados como límites precisos entre niveles seguros y peligrosos.

   Se aplican al tiempo total de exposición por día de trabajo, independientemente de que se trate de una exposición continua o exista un número elevado de exposiciones cortas, pero no deben aplicarse a ruidos de impacto.

   Cuando la exposición diaria al ruido se compone de dos o más períodos con niveles distintos de ruido, deben considerarse sus efectos dependientes, aditivos, en lugar de cada uno de ellos individualmente.

   Si la suma de fracciones

                           

   supera la unidad, se considerará que la exposición global supera el TLV.

   C1 indica el tiempo total de exposición a un nivel determinado y T1 el tiempo de exposición permitido a ese nivel. Se deben incluir en el cálculo de la suma de fracciones todas exposiciones laborales a ruidos de nivel superior a 80 dB (A).

   

   No debe de sobrepasar el nivel de 115 dB (A).

   (a)  El nivel sonoro en dB (A) debe de ser medido con sonómetro conforme, como mínimo, al tipo S.2ª de la American Nacional Standard Specification for Sound Lever Meters (S 1.4-1971), operando en escala A y respuesta “show”.

 

   Es importante tener en cuenta que la aplicación del criterio TLV de ruido no protegerá a todos los trabajadores de los efectos adversos de la exposición al ruido. Es necesario un programa de conservación de la audición, que incluya exámenes audiométricos cuando los trabajadores estén expuestos a niveles iguales o superiores al TLV.

                                     

                                               

     SONOMETROS.

   El sonómetro es un aparato que responde al sonido de forma aproximadamente igual que el oído humano y que da medidas objetivas y reproducibles de su nivel.

   La señal sonora se convierte en otra eléctrica equivalente con un micrófono de alta calidad, pero como resulta aún pequeña hay que amplificarla antes de que se pueda leer en el indicador. Tras la primera etapa amplificadora, se la puede hacer pasar por un circuito de ponderación, (A, B, C, o D) o por filtro de octava o tercio de octava que se pueden colocar exteriormente. Con una nueva amplificación se la da nivel suficiente para actuar sobre el indicador, una vez que se ha terminado su valor eficaz en el detector de este tipo. El valor señalado por la aguja del indicador es el nivel sonoro en dB. En algunos sonómetros, la señal eléctrica se hace disponible en un zócalo de salida para que se pueda llevar a otros parámetros, como registradores o dosímetros.

 

 

    El valor eficaz, la raíz de la media cuadrática es un valor medio matemático especial. En las medidas acústicas es importante, porque está relacionado con la energía de la señal. Los sonómetros pueden llevar además un rectificador de pico, para la medida del valor pico de las señales impulsivas y un circuito de retención, que refiere el valor máximo de la deflexión de la aguja, sea de los valores pico o eficaz, medidos con la característica impulsiva.

   El sonómetro es un aparato de precisión por lo que se ha de prever su calibración y tarado para garantizar la exactitud de sus indicaciones. El mejor tarado es la colocación directa sobre el micrófono de un calibrador acústico portátil. Esta calibración es esencialmente un altavoz miniatura que produce un nivel de presión sonora sobre el micrófono perfectamente definido, al cual se ajusta la indicación del sonómetro.

                     

    Respuesta del indicador.

   Cuando el nivel sonoro varía, la aguja del indicador debe de seguir esas variaciones. Pero si son muy rápidas, la aguja puede danzar tan erráticamente que resulte imposible obtener lecturas significativas. Por esto, se han definido dos modos de respuesta del indicador:

   -    Rápido: que da una respuesta rápida de la aguja que nos permite seguir y medir niveles sonoros que no fluctúen don velocidad excesiva.

  -    Lento: que da una respuesta como más perezosa y permite obtener la medida de las fluctuaciones de dicha aguja que, en otro caso, no se podría obtener.

    Si la aguja del indicador fluctúa de forma rápida puede pasarse a lenta y si las fluctuaciones siguen siendo apreciables en lento, se puede estimar el valor medio y registrase además en el informe los valores máximo y mínimo.

   Si se han de medir impulso se precisa de un sonómetro para impulsos. Algunas normas prescriben la medida de los picos, mientras que otras se basan en el empleo de la constante de tiempo para impulsos. En cualquier caso la facultad de retención facilita la lectura.

                          

   El micrófono.

   El micrófono de medida debe de satisfacer diversas exigencias. En primer lugar debe de presentar una respuesta en frecuencia uniforme. Esto quiere decir que debe tener la misma sensibilidad a todas las frecuencias. En segundo lugar, debe de ser igualmente sensible a los sonidos que lleguen con cualquier ángulo. Esto se denomina característica omnidireccional y es de máxima importancia cuando se mide un campo difuso.

   Los denominados micrófonos en campo libre tienen una respuesta en frecuencia uniforme a la presión sonora que existía en el espacio antes de que el micrófono se introdujera en el campo sonoro. Es importante señalar que todo micrófono perturba el campo sonoro en que se introduce, pero el de campo libre está diseñado de forma que compense su propia perturbación.

   El micrófono denominado de presión se ha diseñado de forma que dé respuestas uniformes al nivel de presión sonora existente real, incluso su propio efecto perturbador.

   El micrófono de incidencia aleatoria responde uniformemente a las señales que lleguen simultáneamente desde ángulos cualesquiera, tal como sucede en los campos sonoros reverberantes o difusos.

   Al realizar medidas sonoras en un campo libre, los micrófonos se deben de colocar mirando a la fuente sonora. Cuando los micrófonos son de presión han de formar un ángulo de 90º con la fuente, de tal forma que la onda se deslice sobre su parte frontal.

    En un campo difuso o aleatorio el micrófono debe de ser todo lo omnidireccional que sea posible. En general, cuanto más pequeño es un micrófono tanto mejor es su omnidireccionalidad. Pero los micrófonos pequeños tienen también menor sensibilidad, lo cual puede ser inaceptable si las medidas se realizan bajo condiciones relativamente tranquilas. Para resolver la situación, se puede proveer al micrófono de campo libre de mayor sensibilidad con un dispositivo especial llamado corrector de incidencia aleatoria que le hace mucho más omnidireccional. Sin embargo, si no se necesita la elevada sensibilidad del micrófono de una pulgada, la mejor solución es emplear micrófonos de incidencia aleatoria de media pulgada o menos.

   Cuando la medición se realiza en campos difusos es importante recordar que la caja del aparato y la presencia del operador pueden afectar a la señal que llegue según ciertas direcciones, arruinando así la excelente omnidireccionalidad del micrófono. Por ello conviene colocar el micrófono sobre una varilla prolongadora, o mejor, sobre un cable prolongador, para alejarlo del sonómetro y del operador.

   La caja del sonómetro y la presencia del operador no sólo pueden bloquear la señal que venga en una dirección dada, sino que pueden también causar reflexiones que pueden producir errores de medida. Así por ejemplo, en frecuencias en torno a los 400 Hz el cuerpo puede producir reflexiones que pueden dar lugar a errores de hasta 6 dB cuando se mide estando el cuerpo a menos de un metro del aparato.

   Para minimizar las reflexiones se ha de cuidar con esmero el diseño de los aparatos y disponer de varillas prolongadoras en las que colocar el micrófono. En general, para minimizar las reflexiones del operador suele bastar que el sonómetro se sujete con el brazo extendido, o montado sobre un trípode y provisto de la varilla prolongadora. Para reducir más aún las reflexiones del operador habría que montar el micrófono alejado del sonómetro mediante un cable prolongador. En cualquier caso se puede comprobar si la propia presencia afecta a la lectura dejando el sonómetro fijo y desplazándose lateralmente respecto al mismo.

   Hoy se realizan los sonómetros con circuitos impresos que permiten manejar la señal acústica de forma más pura, el resultado ha sido los sonómetros digitales.   Últimamente, los sonómetros se han introducido en el campo de la bioelectrónica. Esta materia está dedicada, a entre otras cosas, a la creación de dispositivos e instrumentos electrónicos, que sirvan a los profesionales de la medicina como herramienta de diagnóstico y análisis, permitiéndolos obtener datos más precisos en sus estudios e investigaciones sobre el cuerpo humano.

                                                             

   Calibración acústica.

   La calibración acústica es una parte esencial de todas las medidas de exposición al ruido de trabajo. La mayor parte de las legislaciones exigen una verificación de la calibración al principio y al final de las medidas de cada día. Sin la seguridad de haberse verificado la calibración, los datos serían de poco o ningún valor en la defensa contra reclamaciones de compensaciones.

   Para calibraciones in situ existen calibradores acústicos portátiles o pistófonos.

   La calibración de los sonómetros es una sencilla operación porque indican directamente dB(A). Los sonómetros se suelen poder ajustar fácilmente, en caso necesario, para acordarles con la salida del calibrador. Por el contrario, la calibración de los dosímetros es un poco más compleja, porque miden el nivel acústico indirectamente, como porcentaje de la dosis de ruido. Para alcanzar una precisión de  +  0¨25 dB se tiene que acumular una lectura de por lo menos el 30%. Los dosímetros acumulan las lecturas muy despacio en su modo normal de medida, y, sin embargo, la lectura de calibración del 30% se deberá obtener muy deprisa. Esto se logra con facilidad si el dosímetro posee un modo de lectura rápida.

   Para proteger la calibración suelen usarse pantallas antiviento en los micrófonos al realizar medidas en el interior de las fábricas. Estas pantallas ofrecen buena protección contra gotas de aceite o virutas volantes y se las puede lavar con facilidad y usar repetidamente.

                                         

   Dosímetros.

   Uno de los grandes problemas que plantea la evaluación de los niveles sonoros de ruido es que estos niveles no se mantienen constantes en el tiempo, sino que pueden ir cambiando. Por ejemplo, la mayor parte de los obreros sufren exposiciones a ruidos variantes en el tiempo, ya sea porque el ruido es cíclico, o porque varía de forma imprevisible en los puntos de trabajo, o porque los mismos obreros se mueven por su sección o taller al realizar su trabajo.

   Los códigos de ruido prevén la sumación de la serie de exposiciones parciales de los obreros durante su jornada de trabajo. Según las normas ISO, si un obrero realiza la mitad de su trabajo en un medio de 90 dB(A) y la otra mitad en otro de 93 dB(A), en cada caso habrá recibido exposiciones de 50 y 100% respectivamente, y un total de 150%, puesto que periodos completos de 90 y 93 dB(A) significan exposiciones de 100 y 200%.

   Otra forma de predecir la exposición al ruido de los obreros móviles es entrevistarles sobre sus cometidos. Se realizan previamente en toda la fábrica gráficos de ruido y se anota el nivel en cada punto. Después se entrevista a cada obrero para determinar sus puntos de trabajo y su estancia en cada uno. Estos lleva a una rápida estimación de la exposición de cada obrero cuando su número es elevado y se pueden realizar, además, rápidas actualizaciones de los datos disponibles. El procedimiento se adapta muy bien a la conservación de los datos por ordenador. Es también una gran ayuda el establecimiento de prioridades en los programas de acción contra el ruido al ayudar a identificar los puntos de máxima contribución a la exposición de los obreros.

   Para hacer frente a esta dificultad se pueden utilizar los dosímetros personales. El dosímetro es un instrumento de medida que integra en el tiempo la energía sonora que recibe. El obrero puede llevarlo consigo pues su tamaño es muy pequeño, si bien para mayor precisión el micrófono debe de situarse a distancia, en el cuello de la camisa por ejemplo o sobre una gorra, cerca del oído.

   Presenta en un sólo número el porcentaje de la exposición al ruido máximo admisible por día, es decir, verifica la sumación de los términos:

                                                                                           

   D.M.P. = Digital Monitoring Products.

   El monitor es usado durante una jornada de trabajo por la persona expuesta al ruido, al final del trabajo diario el monitor se conecta al indicador y el porcentaje de exposición al ruido admisible puede leerse en mismo indicador.

      % D.M.P. =   Tiempo de exposición.   X 100

                      Tiempo permitido

                                                                   

   Miden el ruido de forma continua y leen el porciento de la exposición permitida máxima tras monitorizado de 8 horas. Cuando se pueden obtener datos representativos en menos tiempo la lectura  se puede referir a una exposición equivalente de 8 horas.

   El empleo de dosímetros exige una vigilancia administrativa para evitar ruidos extraños durante la medida. Los dosímetros provistos de indicador  incorporado se pueden leer varias veces al día, como verificación de la validez de los datos.

   Si el ruido es cíclico, como es corriente, el tiempo de medida se puede reducir apreciablemente si el dosímetro posee modo de medida acelerada. La dosis de ruido de toda la jornada se puede  sacar por extrapolación de unos pocos ciclos de la máquina. Esto permite el estudio de muchos puntos de trabajo en un día y tiene la ventaja de que las medidas se supervisan en todas las ocasiones.

                                                

                                                                                                                    

                                                                                                               

                                                                                             

  

                                                

                                                                                                       

                

                                                                                                      

   TABLA III

 

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