- Compliaciones inmediatas.
- Complicaciones a medio plazo.
- Complicaciones tardías.
La amigdalectomía es una intervención que conlleva una importante morbilidad, riesgos anestésicos e importante dolor y que puede requerir de reingreso hospitalario.
La tasa de complicaciones graves, gracias a las medidas de seguridad bajo las cuales se realiza hoy la intervención, presentan una incidencia ínfima, pero alrededor del 20% de los pacientes intervenidos sufre algún tipo de complicación que requiere de atención médica. Estas pueden ser inmediatas, a medio plazo y tardías.
Las tasas de mortalidad por amigdalectomía se han estimado entre 1 cada 16.000 y 1 cada 35.000, según datos de la década de 1970. No hay estimaciones actuales de la mortalidad por amigdalectomía. Una de las últimas publicadas informó en Inglaterra e Irlanda del Norte de sólo 1 muerte postoperatoria después de 33.921 procedimientos. Alrededor de un tercio de las muertes son atribuibles a hemorragia, mientras que el resto se relacionan con aspiración, insuficiencia cardiopulmonar, desequilibrio electrolítico o complicaciones anestésicas. El compromiso de la vía aérea es la principal causa de muerte o mayor lesión en reclamaciones por negligencia médica después de la amigdalectomía.
COMPLICACIONES INMEDIATAS.
- Las complicaciones anestésicas son las más graves: paradas cardiorrespiratorias, lesiones neurológicas por anoxia, laringoespasmos, anafilaxia, etc. Las tasas de muerte por estas causas varían mucho según las estadísticas (1/10.000). Durante el acto quirúrgico, por parte del cirujano se ha de estar atento a una posible extubación accidental, o a la compresión del tubo anestésico con el abrebocas. Al finalizar la intervención es importante que el cirujano aspire bien toda la sangre y secreciones de hipofaringe para minimizar el riesgo de laringoespasmos y aspiraciones en el momento de la extubación. Incluso es conveniente hacer una aspiración del contenido estomacal.
Cuando se utiliza electrocauterio, se ha de tener la precaución de no quemar el tubo; se han descrito casos de encendido del tubo endotraqueal.
- Disnea.
Si la disnea es laríngea puede tratarse de una laringitis estridulosa o subglótica.
Si la disnea es expiratoria puede tratarse de una crisis de asma. En los niños asmáticos, en la valoración preoperatorio de la intervención, se ha de tener cuenta esta situación y se ha de tener certeza de que el asma está perfectamente controlada.
- Traumatismos.
Pueden producirse traumatismo en los dientes, la laringe, la pared de la faringe y en el paladar blando.
También se han descrito quemaduras en los labios, lesiones oculares y fracturas del cóndilo mandibular.
- Hemorragia.
Al ser una intervención muy hemorragípara esta es la complicación más frecuente. Esto hace que esta intervención nunca deba de ser considerada como de escasa importancia, ya que con más frecuencia que otras intervenciones puede ser grave y poner en riesgo la vida del paciente.
Las comunicaciones sobre su incidencia proporcionan datos muy variables, desde 0 al 20%, si bien en las comunicaciones más recientes esta incidencia ha disminuido, pudiendo considerarse en el momento actual de un 2%.
Pueden ser banales pero también pueden ser graves.
Las bases para prevenir la aparición de accidentes hemorrágicos son la adecuada evaluación y preparación prequirúrgica del paciente, anestesia general, técnica precisa, hemostasia cuidadosa y una excelente vigilancia postoperatoria. Es siempre preciso realizar un exahustivo examen del campo operatorio antes de dar por finalizada la intervención.
En épocas pasadas, todavía recientes, constituía el argumento fundamental para no indicar la intervención, pues con demasiada frecuencia la hemorragia resultaba fatal, constituyendo siempre una autentica obsesión para todos los O.R.L., incluso de encumbrada fama.
Celso recomendó el vinagre, De Santi y Ellengod en 1894 las mezclas de ácido tánico. Billroth en 1870 y Chevalier Jacson en 1907 describen técnicas de ligadura del lecho amigdalino y extraordinariamente la ligadura carotídea.