El sentido del oído conlleva una actividad muy compleja y en su funcionamiento está involucrado no sólo la simple audición realizada por el órgano auditivo, sino que además está involucrado el SN y especialmente el cerebro. Esto es fácil de deducirlo si se tiene en cuenta que permite entender una melodía, reconocer palabras, reconocer cientos de voces diferentes aunque digan o canten las mismas cosas, tener respuestas motoras reflejas frente a determinados sonidos, tener respuestas vegetativas frente a otros, emocionarse al oír un poema, etc.. Ahora bien, todo este proceso de adquisición de información, almacenamiento, generación de memoria y evocación, comienza con la llegada de las ondas sonoras como una información que debe ser "entendida" por el sistema nervioso. Este proceso de traducción o transducción desde el idioma físico de una onda sonora a las señales electrofisiológicas procesadas por el sistema nervioso central, está realizado por las cc ciliadas de la cóclea. Estos receptores son transductores mecano-eléctricos extremadamente sensibles. Como cada cc ciliada es sensible a un limitado margen de estímulos, deben combinarse miles de receptores para dar salida a un mensaje completo. Este sentido siempre ha despertado gran interés y ha dado lugar a una actividad experimental muy importante. A pesar de ello, muchos de sus aspectos aún permanecen desconocidos.
Por tanto, para que el sonido desde el medio exterior llegue hasta su integración en los centros nerviosos auditivos centrales precisa de un complejo mecanismo, que para su estudio puede resumirse en cinco etapas sucesivas que siguen la división anatómica el aparato auditivo, aún a sabiendas que los diferentes mecanismos de esta función sensorial no corresponden a unos límites tan precisos:
- El oído externo: realiza las funciones de captación y conducción de las ondas sonoras desde el medio exterior hasta el oído interno. La transmisión de la energia puramente física, de caracter vibratorio, como es el sonido, tiene lugar desde la entrada en el CAE hasta la llegada del estímulo a las cc neurosensoriales del órgano de Corti.
- La segunda etapa se corresponde con el oído medio. Su función es de transmisión del sonido desde el oído externo al interno actuando como adaptador de impedancia. Adapta la impedancia que supone el cambio de transmisión del sonido por un medio aéreo a un medio líquido, como son los líquidos linfáticos (perilinfa y endolinfa) del oído interno, haciendo que no se pierda la mayor parte de la energía. Además proje los elementos del oído interno frente a los traumas sonoros. La trompa de Eustaquio, como parte anexa al oído medio, colobora en sus funciones al asegurar el funcionamiento normal del sistemano tímpno-osicular.
- La tercera etapa se sitúa en la cóclea donde las cc sensitivas del órgano de Corti producen la transformación (transducción) de la energía vibratoria-mecánica de las oscilaciones moleculares del sonido en otro tipo de energía, que llamaremos bioeléctrica o nerviosa, que da lugar a potenciales de acción que pueden desplazarse por las vías auditivas.
- La cuarta etapa corresponde al nervio coclear: éste realiza la transmisión de esta energía por las vías y centros nerviosos hasta la corteza temporal de ambos lados. Se realiza mediante la propagación de los potenciales bioeléctricos generados en la cóclea hasta las zonas específicas del cerebro.
- La quinta etapa transcurre en las vías y formaciones auditivas centrales de la corteza. El cerebro realiza el análisis de ciertas características del estímulo que constituyen una información codificada sobre la frecuencia e intensidad del estímulo, apreciando el sonido con todas sus cualidades.
Historia.
La situación profunda de la cóclea, la extrema fragilidad de sus diferentes elementos y su compleja estructura se prestan mal a la observación y a la experimentación, por lo que durante mucho tiempo los conocimientos de la fisiología coclear no se basaron en observaciones experimentales sino en teorías puramente especulativas inspiradas en conocimientos de anatomía y acústica.
En 1851 Corti, describió la estructura de la cóclea tal y como es conocida hoy en día.
La primera teoría que intentó explicar el funcionamiento del oído interno fue la de la “teoría de la resonancia”. Según esta teoría se consideraba a la cóclea como un órgano meramente resonador. Al igual que ocurre con los instrumentos musicales, la cóclea estaría compuesta por diferentes estructuras que resonarían selectivamente según la frecuencia del estímulo acústico. Basándose en la estructura coclear descrita por Cort, Heltmonltz, en el año 1863, presentó su teoría en la que exponía como diferentes zonas de la membrana basilar vibraban a diferentes frecuencias.
Helmoholtz apuntó que la membrana basilar consitia en una serie de resonadores sintonizados. Según su teoria denominada "de los lugares específicos", un segmento dado de la membrana basilar sólo sería activado por una onda sonora de la frecuencia de resonancia de ese segmento; las ondas de alta frecuencia excitarían los segmentos de la espira basal y las de baja frecuencia los de las regiones más apicales. Hoy se sabe que esto no puede ser así porque unos resonadores tan específicos tendrían que estar forzosamente poco amortiguados y sus oscilaciones morirían con lentitud, lentitud que no permite explicar la conocida capacidad del oído de reconocer como distintos dos sonidos separados en el tiempo tan sólo por 2 ms. Esta fina discriminación temporal exige una amortiguación de la membrna basilar mucho mayor, que es incompatible con la precisa sintonización que los resonadores de Helmholtz requerirían. No obstante, las características físicas de la membrana basilar proporcionan un medio mecánico que permite cierta discriminación del tono, aunque no con la precisión suficiente.
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