El término otitis media (OM) se refiere a la inflamación de parte o de la totalidad del revestimiento mucoperióstico del oído medio, sin referencia a la etiología o la patogenia, pudiendo estar asociada, o no, a derrame en el oído medio y otorrea. Es casi constante la afectación regional, poco o mucho, de las mucosas adyacentes de la trompa de Eustaquio y mastoides.
   Mientras el proceso inflamatorio permanece confinado en el revestimiento mucoperióstico de estos espacios aéreos, la enfermedad es una OM no complicada, ahora bien, si el proceso inflamatorio afecta a parte de las paredes óseas o se propaga más allá de éstas hacia estructuras adyacentes, la enfermedad pasa a ser una OM complicada.
  La OM es una enfermedad fundamentalmente clínica y de instauración rápida. En el curso de la misma puede presentarse exudación, supuración y proliferación o necrosis titulares, por lo que es muy importante conocer si sólo está afectada la mucosa de la cavidad del oído medio, o si los signos y síntomas sugieren una extensión que sobrepasa este límite. Mientras la inflamación está confinada al revestimiento mucoso de la cavidad, la enfermedad es relativamente segura y puede tratarse con facilidad, pero una vez que haya sobrepasado esta localización, la situación puede revestir peligro y ser más difícil de manejar. Por esta razón el tratamiento apunta a confinar y mantener la enfermedad en la cavidad del oído medio hasta su resolución.
   Con frecuencia el término OM se asocia a infección del oído medio por microorganismos patógenos, lo cual no es correcto, ya que si bien lo más frecuente es que tenga un origen infeccioso, no siempre el proceso inflamatorio del oído medio está producido por una infección, sino que también puede estar producido por una disfunción de la trompa que acarrea una inflamación aguda del oído medio sin infección asociada.
   Lo más frecuente es que la OM curse con algún tipo de derrame en oído medio, pudiendo ser éste seroso, mucoso, purulento o hemorrágico, pero no necesariamente tiene que cursar con derrame, habiendo formas de OM con derrame y otras OM en las que al no consumarse todas sus fases evolutivas del proceso no llega a producirse derrame.
   La membrana timpánica en la OM puede estar íntegra, edematosa, o por necrosis llegar a perforarse. Tras el episodio o episodios repetidos de OM, pueden quedar secuelas timpánicas muy variadas: atelectasias, atrofias, engrosamientos, etc.
   Debido a su alta prevalencia y a sus complicaciones y secuelas, esta entidad ha dado lugar a extensas y profundas investigaciones sobre la misma.
   Para poder manejar un lenguaje común en el intercambio de conocimientos es importante unificar las múltiples clasificaciones propuesta de las otitis. Este lenguaje común puede además ayudar a la unificación de criterios en el adecuado enfoque terapéutico, que es distinto en cada caso. Hoy es universalmente admitida la clasificación de consenso americana:
 
   MIRINGITIS: es la inflamación de la membrana timpánica, sola, o combinada con otitis externa, o con OM.
 
   OTITIS MEDIA SUPURATIVA AGUDA (OMA): es la infección del oído medio identificable por medios clínicos y con más certeza exploratorios, de inicio súbito y duración breve, sin referencia a la etiología y patogenia de la misma. Según su fase evolutiva puede presentar derrame en el oído medio o no. Puede estar producida por agresión bacteriana o viral.
   También denominada, otitis media purulenta aguda, otitis media aguda supurada.
 
   OTITIS MEDIA SECRETORA (OMS): inflamación del oído medio con presencia de líquido o de derrame tras una membrana timpánica intacta, sin signos ni síntomas agudos. Otras denominaciones, otitis media con derrame, otitis media no supurativa, otitis catarral, otitis media serosa, serotímpano, otitis media mucoide y mucotímpano.
   Hoy estos dos tipos, OMA y OMS, se consideran como diferentes fases de un mismo proceso, siendo la OMS de evolución subaguda.
 
   OTITIS MEDIA SUPURATIVA CRONICA: secreción crónica del oído medio a través de una perforación permanente de la membrana timpánica. También se la denomina otitis media crónica. La perforación puede ser observada en un momento determinado sin secreción por estar en una fase de infección inactiva.
   En la otitis media crónica se reconocen dos tipos: la Otitis media supurativa crónica u Otitis media crónica simple y la Otitis media crónica colesteatomatosa o colesteatoma.
 
   Se aconseja seguir esta clasificación a efectos de comunicación y presentación de informes uniformes, entendiendo claramente, sin embargo, que se trata de una clasificación de trabajo sujeta a cambios. Es importante señalar que, más que una "clasificación final", esta descripción representa un "consenso o acuerdo de trabajo" entre diferentes clínicos e investigadores que tienen diferentes puntos de vista y perspectivas. 
   Esta clasificación de consenso deja fuera algunos tipos importantes de otitis como la otitis media recurrente (OMAR), la otitis media sin respuesta al tratamiento, la mastoiditis enmascarada, etc. Es un hecho constado que una OMA puede suceder una vez en la vida de un paciente y luego no volver a repetirse nunca; pero lo que es más frecuente es que los episodios se repitan con frecuencia pudiendo evolucionar hacia la cronicidad.
   La clasificación de las otitis tienen la ventaja de que permite establecer estrategias y protocolos para cada tipo, pero a veces se observan casos que no encajan cómodamente en ninguno de esto grupos. Cualquiera de estos tipos de OM puede existir independientemente pero con frecuencia son procesos relacionados, siendo muchas veces distintas etapas de una misma enfermedad.
   Antes de utilizar esta clasificación, la mayoría de los autores han considerado la OM como aguda cuando la inflamación dura un tiempo inferior a las tres semanas, subaguda si su duración se sitúa entre tres semanas y tres meses, y por último la crónica cuando permanece más de tres meses.
   Otro asunto controvertido en esta clasificación es diferenciar las OM que se acompañan de supuración de las que no lo hacen, ya que la retención de pus en una cavidad cerrada siempre es considerada como una situación de peligro potencial. Además, si la producción de pus sobrepasa la capacidad de drenaje de la cavidad a través de la trompa de Eustaquio, o bien ésta está cerrada, se produce un aumento de tensión en las cavidades del oído medio que da lugar a oclusión isquémica y trombosis de los capilares con necrosis progresiva de los tejidos de contención y diseminación de la infección. Es por esto, que en el pasado, a la presencia de pus en el oído medio se le llegó a dar tanta importancia, que categóricamente la OM fue dividida en supurada y no supurada, además se diferenciaba una estrategia de tratamiento para cada una de las dos. Hoy en día, aunque el peligro de potenciales complicaciones no ha disminuido, gracias a los antibióticos se puede controlar mejor esta enfermedad y ya no se hace esta diferencia, entendiendo simplemente que una OMA puede o no tener derrame.

   La OMA es, junto con las faringoamigdalitis, la infección ORL más frecuente en la edad pediátrica y la que produce el mayor consumo de antibióticos, esto hace que el proceso sea de un alto costo socioeconómico por prescripciones medicamentosas e intervenciones quirúrgicas así como un factor en la posible aparición de resistencias bacterianas. Dada su importancia sanitaria ha sido objeto de múltiples protocolos. En EEUU se calcula que el 25% de las recetas de antibióticos orales son para tratar OM. La miringotomía con colocación de drenajes transtimpánicos, ya sea con, o sin adenoidectomía, es la intervención quirúrgica más frecuentemente realizada en la infancia. 

   Consideramos de interés dejar claro que este texto está redactado por otorrinos y para otorrinos, ya que cuando se trata la OM es frecuente observar expresiones basadas en las dificultades que la exploración endocavitaria-otoscópica presenta para el pediatra o el médico de familia y que el otorrino tiene superada (limpieza del CAE, exploración de cavum, etc).