La sobreestimulación acústica puede producir tres tipos de trastornos:

   ▪  Traumatismos acústicos agudos (TSA).

   ▪  Traumatismos acústicos crónicos.

   ▪   Alteraciones no otológicas.

                                       

    Se entiende por traumatismo acústico agudo el daño coclear producido accidentalmente por la sobreestimulación acústica brusca de un ruido impulsivo de gran intensidad y corta duración, único o repetitivo, como son p.e. las detonaciones por arma de fuego. De forma inmediata se producen lesiones cocleares y como consecuencia de las mismas una hipoacusia que pueden ser reversible - transitoria, o quedar como una secuela permanente.

   También se denomina traumatismo por explosión, queriendo indicar con ello que está producido por una onda acústica y para diferenciarlo del traumatismo producido por detonación. Esta última está producida por una onda de presión, o bien por los dos tipos de ondas, acústica y de presión. La detonación es menos agresiva para el oído que la explosión.

   El oído humano está capacitado para detectar sonidos con una gama de intensidades y límites de frecuencia acordes con el ambiente sonoro existente en la naturaleza. Un ruido o un sonido a una intensidad excesiva supone una agresión, que si es severa, puede llegar a destruirlo.

                                              

    Agente causal.

   El ruido es una vibración acústica aleatoria de diferentes frecuencias que produce una sensación auditiva desagradable y cuando se produce con gran intensidad, en forma de explosión, es el agente causal de este cuadro clínico. Un sonido (puro) puede también producir el mismo efecto cuando su intensidad es exagerada. Lo más frecuente es que este tipo de traumatismos ocurran en situaciones accidentales: accidentes militares y de trabajo. Para valorar su efecto nocivo es necesario indagar sobre las características físicas del mismo, ya que su efecto traumatizante está en función de la intensidad por el tiempo, estando determinado su poder lesivo por los siguientes parámetros:

      Intensidad de la detonación: el sonido es traumatizante para la cóclea a partir de los 90 dB, siendo clasificado por su poder lesivo en: ruido de riesgo bajo (menos de 115 dB), riesgo moderado (115-130 dB) y riesgo alto (130-140 dB). La lesión es segura en detonaciones superiores a los 140 dB si el oído no está protegido.

       Duración de la detonación: guarda una relación directa con el daño producido. 

   ▪  Frecuencia del ruido traumatizante: las frecuencias más lesivas para el oído interno son las situadas entre 2000 y 3000 Hz. En el espectro frecuencial de una onda de detonación al principio predominan las frecuencias audibles agudas y parte de la gama de los ultrasonidos, y a medida que la duración de la onda se alarga, van predominando las frecuencias bajas.

     Intervalo entre detonaciones: los traumas sonoros interrumpidos por períodos de descanso sin ruido hacen menos daño al oído que los traumas muy repetitivos. Si el intervalo entre las detonaciones es demasiado corto, la cóclea es más susceptible a la lesión, ya que el reflejo estapediano no puede ejercer su función protectora y la cóclea no tiene tiempo suficiente para disipar la energía remanente y poder recuperarse.

   ▪ Número de exposiciones: una primera detonación puede producir una lesión coclear permanente en muchos casos. El riesgo de sufrir un trauma acústico agudo y la posible gravedad del mismo, aumenta a medida que lo hacen el número de exposiciones.

    Angulo de incidencia de la onda sonora y distancia del foco sonoro. El poder lesional de una onda sonora es mayor cuanto más directamente alcanza el oído y cuanto más próxima al oído se encuentre la fuente generadora. Según la dirección de la onda con relación al cráneo puede afectar más a un oído que a otro o por igual a los dos.

   ▪ Susceptibilidad individual. ¿Porqué unos individuos, en igualdad de condiciones, sufren más daño que otros? Esto es debido a factores individuales como:

   -  Edad: a mayor edad, más susceptibilidad. A partir de los 40 años la cóclea es más vulnerable y la recuperación es peor.

   -  Hipoacusia preexistente: la hipoacusia de transmisión ayuda a que el sonido haga menos daño, pues la lesión conductiva preexistente protege el oído interno al igual que lo haría un casco-auricular protector. En la otosclerosis, paradójicamente, se ha observado una mayor dificultad para la recuperación del daño.

   -   Antecedentes familiares: el patrimonio hereditario dota a cada individuo de una fragilidad colear que le es propia.

               

   Fisiopatología.

   El ruido traumatizante, de más de 140 dB, produce tal cantidad de energía que al llegar a la cóclea destruye por lesión mecánica alguna o todas sus espiras.

   La energía sonora por encima de 90 dB hace que el sistema coclear vibre con excesiva amplitud, extendiéndose físicamente el límite elástico de sus estructuras, con ello se produce una lesión hística mecánica directa que acarrea lesiones temporales y en algunos casos secuelas degenerativas y hasta muerte de las cc ciliadas.

 

  Para continuar visualizando este capítulo descargar tema completo