Las neoplasias malignas extraglandulares pueden afectar a las glándulas salivares mayores mediante:
▪ Infiltración directa de cánceres que se encuentran adyacentes a las glándulas salivales.
▪ Metástasis por diseminación hematógena de tumores primarios distantes, siendo lo más frecuente desde las vías aéreo-digestivas y con menor frecuencia desde el riñón.
▪ Metástasis por diseminación linfática a ganglios linfáticos intraglandulares. El origen puede estar en los linfáticos de la piel facial, PA y cuero cabelludo. Los linfáticos glandulares drenan a su vez a los ganglios cervicales.
Las metástasis son aproximadamente entre el 4-10% de los tumores malignos de las glándulas salivares.
La infiltración directa de otros tumores no salivares hacia las glándulas salivares mayores proviene principalmente de carcinomas escamosos y de cc basales de la piel que las recubre. Un 40% de estas metástasis en glándulas salivares son la primera manifestación de malignidad. En algunas ocasiones la metástasis en glándulas salivares puede corresponder a un carcinoma primario oculto y así ocurre en un 25% de estas metástasis que tienen su origen en primarios ocultos de cabeza y cuello.
Aproximadamente un 80% de las metástasis a las glándulas salivares mayores podrían venir de los tumores primarios en otros lugares de la cabeza y el cuello; el 20% restante podrían proceder de sitios infraclaviculares.
La GP es la glándula salivar más frecuentemente afectada por metástasis de tumores extraglandulares, habiéndose comunicado que recibe un 80% a 90% de las metástasis a glándulas salivares, mientras que el resto implica a la glándula submandibular. Se ha comunicado que entre el 21-42% de los tumores malignos parotídeos pueden ser metastásicos. Dentro de la glándula pueden encontrarse a nivel intraglandular, paraglandular o parenquimatoso.
La mayoría de los tumores primarios malignos que metastatizan a las glándulas salivares mayores, son carcinomas cutáneos de cabeza y cuello, carcinoma de cc escamosas de vías aérodigestivas superiores (paladar, amígdala, cavum, etc) y melanoma facial, que presumiblemente llegan a las glándulas por vía del sistema linfático; los tumores primarios infraclaviculares (pulmón, riñón y mamas) alcanzan las glándulas salivales mediante ruta hematógena.
Otros carcinomas como los neuroendocrinos se han descrito en series mínimas: adenocarcinomas, hipernefromas, etc.
La incidencia pico de los tumores metastásicos de las glándulas salivares se encuentra según los informes, en la séptima década de vida.
La metodología de diagnóstico clínico de una metástasis en glándulas salivares sigue los mismos pasos que el diagnóstico de un tumor primitivo de las mismas, siendo muy difícil la diferenciación entre ambos procesos previa a la cirugía y su examen histopatológico. Para la identificación del tumor primario puede ser de utilidad la histología y las características inmunohistoquímicas. El TAC-PET hoy es ya un instrumento de imagen necesaria en esta investigación mostrando una sensibilidad del 94% y una especificidad del 83%. Al TAC se le otorga una sensibilidad del 53´3% y una especificidad del 84´5%.
El tratamiento de elección de las metástasis es prácticamente el mismo que el de los tumores de las glándulas salivares presentando los mismos puntos controvertidos del tratamiento de éstos. La primera elección es cirugía con la controvertida actuación sobre las adenopatias. El tratamiento complementario será la radioterapia. No existe a penas experiencia de tratamiento con radioterapia sola en estos tumores.
Tras el adecuado tratamiento se considera que las tasas locales del control a los 5 años, según amplias series recientes de la literatura, son de 75% para los carcinomas escamosos, 94% para el melanoma y del 100% para otros tumores metastásicos, mientras que las tasas de supervivencia a los 5 años son del 65%, 46% y 56% respectivamente, llegando a la conclusión de que el fracaso local ocurre con mayor frecuencia en los carcinomas epidermoides mientras que los melanomas presentan una incidencia más alta de metástasis a distancia.
La prevención de estas metástasis consiste en su identificación precoz ante la presencia de tumores de cabeza y cuello con riesgo de producirlas. La extirpe histológica, la localización y el estadio del tumor primario condicionan de forma absoluta el porvenir oncológico del paciente.