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Pruebas complementarias.
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Diagnóstico diferencial.
Los problemas diagnósticos que más frecuentemente plantea una amigdalitis son los siguientes:
- ¿Es una amigdalitis vírica o bacteriana? Ambos procesos pueden ser indistinguibles clínicamente.
- Se trata de una amigdalitis bacteriana por Estreptococo beta hemolítico A, o por otros gérmenes.
- En el cuadro recidivante: cuando saber si la infección se mantiene de forma subclínica.
- En el cuadro recidivante: cuando hay indicación quirúrgica.
Las dos primeras interrogantes pueden ser resueltas con las pruebas complementarias de que disponemos, pero no así las otras dos. Para poder responder a estas dos últimas interrogantes seria necesario disponer de pruebas del funcionalismo amigdalar exactas y fiables. Por desgracia, las pruebas funcionales amigdalares prácticamente no existen y en este sentido, si las comparamos con las de otros órganos de la economía, podríamos decir que la exploración funcional amigdalina está en la edad de piedra.
Por esto los criterios de indicación para amigdalectomía se han de guiar todavía en muchos casos por la experiencia del clínico, más que por parámetros objetivos como sería de desear.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS.
1.- Frotis de exudado faríngeo: en general el examen directo por tinción no tiene interés, ya que la abundante flora saprofita nos confunde; para identificar el germen hay que recurrir al cultivo.
Sólo se usa en la amigdalitis de Vincent para ver Fusoespirilos con una tinción de Gram y en las complicaciones con sospecha de anaerobios.
2.- Cultivo y antibiograma de exudado faríngeo.
El diagnóstico microbiológico para la identificación del gérmen implicado es el que permite conocer con certeza la etiología de una faringoamigdalitis. Esto requiere de un estudio microbiológico que por razones de accesibilidad, costo y tiempo de ejecución no se adapta a las necesidades de la práctica clínica habitual. Sólo se considera necesario realizarlo en situaciones muy concretas. Especialmente es necesario realizarlo si se quiere saber con certeza que se trata de una faringoamigdalitis estreptocócica, a fin de sentar la terapéutica sobre bases sólidas, y en los cuadros en que el cuadro se repite frecuentemente. En muchas ocasiones se realiza como una prueba diagnóstica de confirmación de la clínica. Pero la búsqueda de una bacteria con potencialidad patógena en una cavidad normalmente contaminada, como es la boca, es una tarea difícil e incierta, ya que no es fácil interpretar un cultivo en el laboratorio como patógeno, cuando se trata de una microflora habitual saprofita que se ha convertido en patógena.